23 de enero de 2013

Las vueltas que da la vida...

o, quién iba a decirlo.

Hace mucho escribí una entrada sobre Floripes. Estaba escribiendo entonces la primer versión del tercer capítulo de mi tesis doctoral, que versa sobre conversión e identidad. En cierto momento tomé la decisión que no podía yo cubrir las tres conversiones más importantes en Historia del emperador Carlo Magno y los doce pares de Francia (traducido del francés al castellano y publicado en 1521 por primera vez, hasta donde sabemos en este momento). Originalmente pensé que lo más adecuado era tomar la conversión de Balán como la muestra de la obstinación religiosa o, por decirlo de otra manera, la persistencia de las creencias cuando no hay catequización ni deseo de cambio. Por otro lado, consideré que escribir sobre Fierabrás era especialmente importante pues su conversión, por lo menos en la versión de Nicolás de Piemonte, no sólo obedece a ser vencido en una batalla contra Oliveros. Fierabrás recibe alguna forma de instrucción religiosa a lo largo de la narración y, además, se vuelve ahijado de Carlo Magno, el duque Regner y Roldán cuando es bautizado.

Por ello, Floripes quedaba de lado. Mi lógica, entonces, me indicaba que la princesa sarracena que se convierte por amor era un lugar común en la literatura medieval. No pensé que estudiarla más de cerca me serviría para el argumento que sostengo en mi capítulo: el relato de Nicolás de Piemonte nos permite entender la identidad racial versus religiosa a finales de la Edad Media, pues ofrece una perspectiva "desde adentro" del proceso de conversión. Esta perspectiva es nueva en la literatura que trata del encuentro del Islam y la Cristiandad, aunque luego reaparece quizá muy idealizada, en la llamada "novela morisca" (que es posterior a este texto que yo estudio).

Pero, al empezar a hacerle revisiones al capítulo me di cuenta que era mucho mejor hablar de los hermanos, pues en Historia del emperador Carlo Magno... el proceso de Floripes antes de llegar a ser bautizada dista mucho de la fuente que sigue Piemonte. Floripes es indoctrinada en varias ocasiones por los famosos pares de Francia y no se convierte sólo por el amor de Guy. Así es que, debo aquí dejar constancia que la princesa Floripes ya no está triste. Es parte de mi tesis y yo le doy "carpetazo," como dicen en México, al asunto de la conversión de Fierbrás, Floripes y Balán.

Las pasiones del alfiletero

No hace falta conocerme demasiado para saber que soy una cobarde cuando se trata de dolor físico. Pero, por si no lo sabían, le tengo terror a todo lo que causa dolor. De niña, cuentan las malas lenguas, para ponerme una inyección se necesitaban tres personas... y lo peor de todo es que yo sufría de amigdalitis casi crónica, por lo que me daban penicilina con mucha frecuencia.

De tatuajes ni hablemos, porque el sólo pensar en pasar por la tortura de las agujas con tinta ya me siento desmayar. O las perforaciones varias que están tan de moda en todas partes, ya sea en cartílagos o piel. Yo, de imaginármelas me muero del horror.

Y sí, soy la misma persona que le teme tanto a las agujas, pero ahora resulta que disfruto enormemente la acupuntura. Bueno, no es que me guste que me usen de alfiletero. Lo que me encanta es el efecto que me causa el tratamiento. No puedo negar que la sesión de hoy me dejó algo adolorida, pues tenía los músculos de la espalda totalmente contracturados (sí, ya sé, es el famosísimo estrés, pero no es el momento para regañarme).

El día que yo pueda, me dedicaré a ser masajeada y atendida como princesa. Mientras, me someto a la acupuntura en espera de reducir los estragos que me produce tratar de terminar la tesis y todo lo demás que estoy haciendo.

¿Será que tendré alma de faquir?

17 de enero de 2013

No he desaparecido...

No he desaparecido,
no todavía, por lo menos.
Aquí sigo,
sobrevivo.

Como haiku, no cabe duda. Pero, la realidad más banal es que estoy trabajando mucho, a marchas forzadas. Quiero terminar la tesis doctoral ya, estoy enseñando una clase que requiere preparación porque incluye gramática, tengo que leer los materiales para otra clase en donde yo sólo califico los trabajos de los alumnos, encima de asistir como oyente a un seminario sobre filosofía política y colonialismo.

Lo bueno es que, con todo este torbellino de cosas, se me ocurren miles de cosas que quiero hacer como proyectos de investigación en un futuro próximo. Por suerte, no pierdo jamás el interés en cosas nuevas.

Así que, por ahora, mantendré un silencio casi total y ya volveré.

4 de enero de 2013

Nuevas viejas experiencias

Comienza el trimestre de invierno en la universidad, aunque las clases en sí arrancan el lunes que viene. A diferencia de otros inicios de nuevos ciclos, este es uno que he vivido muchas veces (19, para ser exactos) por lo que no tendría por qué hacerme sentir nerviosa. De hecho, no estoy preocupada por este reinicio de clases. Sin embargo, este es el último trimestre como alumna doctoral... el último.

Hacia el final del trimestre defenderé la tesis doctoral, daré un salto al vacío y lo demás será lo de menos. Eso es lo que me pone nerviosa, esta nueva vieja experiencia de saltar al vacío.