25 de noviembre de 2012

Recetas para la recuperación

Dicen en los Estados Unidos que "cuando la vida te da limones, haz limonada". Y eso funciona bien cuando uno imagina que los limones representan la amargura en la vida. ¿Qué sucede cuando no son limones? ¿Qué tal si la vida te da chayotes con espinas? No puedes hacer limonada, para comenzar. En todo caso, una sopa de verduras. Pero pienso en los chayotes porque en México dicen cuando las cosas son difíciles que es "como parir chayotes". Y sí, la imagen es intensa sobre todo para las madres que saben de las vicisitudes del parir. Pero me pregunto, ¿qué hacer si la vida no te está dando limones ni chayotes? Es más, cuando la vida no está interesada en tus metáforas alimenticias. Cuando la vida pareciera quedarse en suspenso y nada sucede.

Obviamente me estoy refiriendo al mercado laboral académico en los Estados Unidos, sobre todo al relacionado con la literatura. Para quienes no hayan leído alguna otra de mis entradas al diario sobre el tema, haré un rápido recuento. Una vez al año, alrededor de septiembre, todas las instituciones de educación superior que tienen plazas abiertas para profesores (en cualquier nivel del escalafón) anuncian los puestos disponibles en tres o cuatro listas. Quienes buscan empleo (es decir el ejército de candidatos doctorales que están a punto de terminar, quienes hayan recientemente defendido su tesis doctoral, además de los que han sido profesores asistentes visitantes y otros más que quieren cambiar de institución en donde laboran) envían un número variable de solicitudes a todas estas instituciones. En otras palabras, cada puesto ofrecido debe recibir alrededor de 50 solicitudes o más.

Luego, los comités de selección revisan los materiales enviados y deciden cuáles candidatos serán más viables. Esos candidatos reciben en algún momento (entre noviembre y diciembre) peticiones de materiales adicionales para evaluar su trabajo y las posibles conexiones con el puesto ofrecido. Seguirán después las entrevistas de unos cuantos candidatos y, más adelante, quizá la visita al campus de los tres finalistas.

Pero, como es evidente en este proceso, el tiempo que transcurre desde el momento en que uno hace las solicitudes hasta que los comités piden materiales adicionales puede ser de un par de meses. Y es allí cuando la vida no ofrece ni limones ni chayotes. La vida está en vilo.

¿Qué hacer para sobrevivir el impasse sin desfallecer? Supongo que cada quien tiene sus propias recetas. Yo he encontrado que el trabajo mecánico que implica calificar, lavar platos o hacer comida me distrae de la espera. También, el trabajo creativo (y muy necesario en este instante) que requiere la edición y corrección del último capítulo de mi tesis ofrece una excusa para dirigir mi energía.

Queridos lectores y lectoras, ¿qué otras recetas tienen para sobrevivir dignamente la espera?

20 de noviembre de 2012

No es personal, dicen...

Me dicen, cuando pido consejos para sobrevivir la búsqueda de un trabajo académico, que recuerde que no es un asunto personal. Que no están evaluándome. Que no lo tome como un rechazo. Que si no me aceptan en uno de ellos es porque no somos adecuados el uno para el otro (esa institución y yo). No es personal, me han dicho.

Me pregunto, ¿por qué entonces siento, cuando a otros les han pedido más materiales y a mí no, que no valgo lo suficiente para obtener ese puesto? Yo sé que todos nosotros, los que estamos en la academia de una u otra forma, nos sentimos evaluados constantemente. Pero esto es un poco peor. Es como no ser invitado a la fiesta infantil mientras que todos los otros niños del salón sí fueron invitados (a pesar de que sé de sobra que NO TODOS LOS OTROS fueron invitados).

Y, sin embargo, no es personal. No me conocen, sólo han leído una carta que envié y mi curriculum académico... Llevo mucho tiempo preparándome para esto y, sin embargo, todos estos años de estudio y enseñanza quedan limitados a una carta y un listado de cosas que he hecho. ¿Es todo, sólo una lista y una carta?

Pero, no es personal, me dicen.

16 de noviembre de 2012

Disertando, que es gerundio...


Según el Diccionario de la lengua española (de la Real Academia), disertar (del lat. dissertāre) es un verbo intransitivo que significa "razonar, discurrir detenida y metódicamente sobre alguna materia, bien para exponerla, bien para refutar opiniones ajenas". La tesis doctoral es justamente eso, una disertación: un razonamiento detenido y metódico sobre una materia en particular, refutando opiniones ajenas y exponiendo las propias. Habría que agregar a esta definición un elemento más: la disertación debe ofrecer pruebas textuales y/o factuales para apoyar de manera contudente nuestra posición sobre dicha materia. Más fácil decirlo que hacerlo, pero como dice el dicho "si fuera fácil, todos lo harían".

En particular me preocupa, el día de hoy, que el texto que yo estudio plantea algo contrario a lo que mi asesora encuentra en otros textos. La diferencia primordial, que suena a obviedad, es que los textos que ella estudió para hablar de diferencias corporales como representaciones "proto-raciales" en la Edad Media fueron escritos en el siglo XIII, uno en Inglaterra y el otro en Alemania. El texto que yo estoy analizando, en cambio, fue escrito en Castilla en el siglo XVI (aunque es una traducción de un texto francés).

Una de las narraciones que menciona mi asesora en su artículo es Parziva de Wolfram von Eschenbach. La imagen a la izquierda, proveniente de un manuscrito de Parzival  (Cod. Pal. germ. 339, I. Fol. 540 v), no muestra a Feirefiz con la piel moteada como dice el texto. La piel de Feirefiz es una de las pruebas textuales en donde el cuerpo lleva las marcas de las religiones de sus padres (la madre es musulmana, el padre es cristiano). Sin embargo el texto que yo estudio no menciona en ningún momento las características físicas de cristianos y "musulmanes". En la Historia del emperador Carlo Magno y sus doce pares (es decir, el texto que yo estudio) no aparece ninguna referencia al color de la piel de unos y otros.

Lo que yo planteo, en el capítulo que estoy escribiendo, es en Castilla y otros reinos ibéricos se sabía bien que los rasgos físicos de cristianos y musulmanes (sobre todo los norafricanos) son similares. Tanto es así que se instituyeron reglamentaciones sobre marcas que tanto judíos como musulmanes deberían llevar en la ropa para evitar el posible error (y la consecuente interacción física y carnal entre las tres religiones). En cambio, los habitantes de Inglaterra y Francia poco conocían a los habitantes musulmanes ibéricos; su contacto con el Islam era frecuentemente con mercaderes de lo que llamamos el Medio Oriente. De hecho, la versión en inglés medio del texto que yo estudio (que se llama Romaunce of the Sowdone of Babylone) sí menciona que los enemigos de Carlo Magno son "algunos azules, algunos amarillos, algunos negros como moros, algunos horribles y fuertes como diablos del infierno" [Some bloo, some yolowe, some blake as More, / Some horible and stronge as devel of helle.] (ll. 1005-1006). Esto confirmaría que en Inglaterra se creía que los "sarracenos" eran visiblemente diferentes, como plantea mi asesora y algunos otros críticos literarios que estudian la formación de la identidad individual y colectiva en la Edad Media.

No obstante, en los reinos ibéricos hacia finales del siglo XV y principios del XVI se dudaba que judíos y musulmanes eran sinceros en su conversión. Hay evidencia textual en Castilla y otros reinos que reflejan el temor a que los conversos "judaizantes" y los moriscos mantuvieran sus tradiciones y rituales religiosos (cripto-judaísmo y cripto-islamismo, que les llaman). Esto me lleva al punto en donde difiero con lo que plantea mi asesora en su ensayo: la acusación hecha contra conversos y moriscos no plantea que haya una marca física específica imborrable tras el bautismo (aunque el miembro circuncidado fuera utilizado por la Inquisición para "descubrir" a los cripto-judíos).

Tampoco indican las acusaciones hechas a los conversos y moriscos que la creencia se llevara en la sangre. Las pruebas de "re-conversión", por llamarle de algún modo, están relacionadas con expresiones culturales (alimentación, celebraciones, vestimenta, etc.) que distinguen a un pueblo de otro. Este tipo de expresiones se ven frecuentemente en Historia del emperador y hablo detenidamente de ellas en mis primeros dos capítulos (en el primero menciono prácticas alimentarias y armas utilizadas por los turcos [que no son sarracenos en el texto] y, en el segundo, el uso de ropa y armaduras para marcar diferentes grupos étnicos).

Claro que en cuanto aparecen los estatutos de pureza de sangre en Castilla, no hay argumento posible sobre la diferencia entre credo y raza. La marca diferencial está en el cuerpo, en la sangre del converso o morisco. Pero en Historia del emperador no se habla de sangre pura. Se habla de pureza de las entrañas, de la nobleza de las acciones, del reconocimiento de los vínculos familiares y la lealtad hacia el señor feudal (y padrino del protagonista). No hay ninguna instancia de raza ni de la corporeización de la identidad religiosa.

Es de esto que trata mi tercer capítulo. De alguna manera, temo decir que mis hallazgos son diferentes a los planteados por mi asesora... pero el hecho es que la raza en este texto no aparece. Diserto, en efecto, porque trato de poner en palabras mi razonamiento y exponer mi argumento.

13 de noviembre de 2012

Y la nave (en la academia) va...

O no, nunca se sabe. En las condiciones actuales en la academia y con el mercado laboral como está, no se sabe si uno rema o es el rinoceronte en la nave. Si uno rema, entonces de alguna manera significa que se tiene control de lo que se hace. Uno guía el "bote" hacia tierra firme o, por lo menos, hacia un puerto (más) seguro. Si se tiene los remos en las manos quiere decir que uno tiene alguna forma de agencia en la toma de decisiones, aunque está claro que se ha abandonado el barco y uno va en el bote salvavidas. Con los remos en las manos, por lo menos uno sabe que habrá resultados tras el esfuerzo físico y mental. La ilusión del lugar alcanzable tendría que conducirnos a algún lado.

Sin embargo, tengo la sensación que soy más bien el rinoceronte. Estoy en un bote sin haber decidido que era la mejor solución. Me siento a la deriva, llevada por alguien más hacia algún lado que no conozco y tampoco sé si es el lugar que prefiero. Quisiera poder confiar en que aquel o aquella que lleva los remos sabe a dónde nos dirigimos. Sería maravilloso que fuera un ser mágico o Dios mismo, porque querría decir que este calvario lleva a buen puerto.

Evidentemente, no es fácil mantener una sonrisa cuando se está en medio de la tormenta... pero, al final nos damos cuenta que el mar embravecido no es más que la creación de artistas y artesanos. ¿Será que nosotros mismos somos artífices de nuestro destino y nos ponemos todas estas trampas en el camino?

11 de noviembre de 2012

La academia y la moda

Sí, efectivamente... la moda. No, no hablo de modas académicas en el sentido de tendencias del pensamiento. No, no hablo de actitudes políticas entre académicos. Hablo de ropa, de lo que uno debe ponerse para ir a una entrevista de trabajo (traje sastre de dos piezas y zapatos cerrados).

Después de terminar tres paquetes de solicitudes el día de hoy, estuve buscando el traje ideal. El problema principal es que extraño a alguien muy especial, que se encuentra de regreso en la Universidad de los Andes. Esa persona sería el perfecto acompañante para encontrar el traje mágico, del color adecuado y el mejor material.

¿Por qué no me dedico a saltimbanqui y me pongo cualquier cosa?

10 de noviembre de 2012

Con las novedades de hoy...

Sobrevivo, con dificultad, la decisión de dejar Facebook temporalmente. Me había dado cuenta que paso demasiado tiempo en el website, así que de aquí a diciembre estaré fuera de órbita.

En otro orden de noticias, creo que he logrado encontrar cómo hacer que mis alumnos nativos (heritage speakers, que les llaman en inglés) aprendan a escribir ensayos. Explicar cómo se escribe de acuerdo a las reglas locales es complicado, pero parece que hoy funcionó la clase suficientemente bien. Esperemos que lo aprendido hoy no se desaprenda mañana.

Sin más, me dedicaré a leer el resto de la noche.

4 de noviembre de 2012

Temas sangrientos, nuevamente

Hoy, tomando un café con un buen amigo, hablábamos de muchas cosas cuando de repente se le ocurrió preguntarme qué opinaba yo sobre las tendencias actuales en la cultura popular y los vampiros. Claro, agregó él, yo soy una "especialista" en estos temas. Y no, no soy una especialista en estos temas... pero soy una estudiosa de ellos y no cabe duda que he pensado en estas tendencias.

Mi respuesta es, más o menos, lo que sigue. Como le expliqué a mi amigo, veo dos vertientes importantes. Por un lado, después de que en la década de los setenta el vampiro como personaje empezó a tener voz, cada vez la perspectiva tiende a ser más centrada en el vampiro. De ser un extraño pasó primero a ser un extraño que podría ser entendido e incluso aceptado, pero extranjero a la sociedad del protagonista (o antagonista, en caso de que el vampiro fuera protagonista de la historia). Más adelante el vampiro se volvió "uno de nosotros", algo diferente a la sociedad que lo rodea pero igual un miembro de ella. Posteriormente, el vampiro se volvió una víctima... un ser como nosotros que ha sido transformado y sufre su nueva identidad.

Por otro lado, y en relación a lo anterior, le decía yo a mi amigo que veo tanto en literatura como televisión y cine que los vampiros (y los zombies) cada vez están más relacionados con el contagio. De este tema he hablado ya antes, pero quiero agregar algo más. El vampirismo se vuelve casi sinónimo de enfermedades incurables pero con las que se puede sobrevivir, metáfora indudable del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Víctima de su enfermedad, el vampiro tiene que recurrir a beber sangre por necesidad pero, gracias a la popularización de los padecimientos alimenticios (como la anorexia y la bulimia), se ha vuelto un anoréxico y se alimenta de sangre de animales (como en Twilight), de sangre artificial (como en las novelas de Charlaine Harris que dieron lugar a la serie True Blood) o del banco de sangre (véase Being Human de la BBC o la serie televisiva Moonlight). Pero, aún más importante como cambios en las narrativas de esta índole es que el vampiro (casi todos los protagonistas de estos relatos fílmicos, televisivos y literarios) quiere evitar a toda costa la propagación de su "mal".

Si bien el vampiro en Drácula era un extranjero y, para colmo, notoriamente diferente desde el punto de vista racial, cada vez más el vampiro es racialmente indistinto a su entorno. Con pocas excepciones vemos que el vampiro sea una raza independiente, pero en ese caso el texto está haciendo un comentario precisamente sobre las tensiones raciales. Pienso aquí en el caso de Fledgeling de Octavia Butler o Blade.

Concluí mi conversación con mi amigo comentando que me preocupa que los vampiros han caído en manos de personas de fuertes creencias religiosas. Algunos de los textos más recientes no sólo promueven la virginidad hasta llegar al matrimonio (claro, estoy hablando de Bella y Edward de Twilight) sino también el estar juntos hasta que la muerte los separe (obvio que en el mismo texto). Ahora bien, ¿qué pensar de la escena de la primera noche juntos de los dos "tortolitos" en que Bella queda malherida gracias a la brutalidad de su nuevo esposo?