30 de enero de 2012

Lo que más deseo en la vida

Se terminó el fin de semana y no puedo evitar sentirme frustrada porque siento que, a pesar de haber hecho mucho, hice muy poco. Bueno, no es cierto. Hice mucho, en realidad, pero no todo lo que yo quería hacer.

No importa que haya dedicado unas horas a calificar las pruebas semanales de gramática de mis alumnos, haya hecho los ejercicios de gramática que tendrían que haber hecho mis alumnos para mañana, haya preparado clase además de leído un artículo, tomado notas del libro que recién terminé de leer y haya terminado la sección incompleta de mi tercer capítulo. Además, estuve buscando más material para la clase que voy a impartir en verano. De verdad, no importa...

porque no pude hacer muchas otras cosas que hubiera querido también hacer. Por ejemplo, pintarme las uñas de las manos, ir con mi hija a algún lado (al cine, por ejemplo), ir a caminar un rato con la perra, avanzar más la revisión de mi primer capítulo o reescribir el trabajo que presenté hace un año en una conferencia, porque me han pedido un artículo en una revista.

Esta sensación de frustración es la que me lleva a pensar que lo que quisiera, más que ninguna otra cosa en la vida (excepto tener una salud perfecta) es el reloj de Hermione. Ojo, no es cualquier reloj de bolsillo. Es uno que ayuda a regresar el tiempo y hacer varias cosas a la vez... es el sueño del "multitasker".

Y digo que no cualquier reloj de bolsillo, porque la otra posibilidad es tener el reloj de Doctor Who que sirve para almacenar la memoria y las características físicas de un Time Lord (Señor del tiempo, como algunos lo traducen al español). Si bien el reloj de Herminone me serviría para hacer más cosas, este último reloj me serviría para almacenar todo lo que he aprendido en la vida.

La otra cosa que me encantaría tener es la bolsa de Mary Poppins. Y no es que quiera una bolsa floreada o de tela; en esa bolsa cabe todo lo que uno necesita, necesitará o haya necesitado en la vida. Es más, me parece que Mary Poppins conocía la tecnología TARDIS (ya sé, soy verdaderamente una fan del Doctor Who), porque es más grande por dentro que por fuera.

Y con esta nota ligera y de buen humor, comenzaré la semana que promete ser pesada y llena de nuevas aventuras. Buena semana para todos y todas.

24 de enero de 2012

Los caminos de la viajera IV

Sigamos con las historias del viaje, pues. Llegué a la ciudad de Nueva York, lista para meterme en dos bibliotecas maravillosas. Pero antes que nada, llegué al lugar que podría llamar "hogar" en Brooklyn, con mi muy adorado amigo. En una de tantas salidas, fuimos a cenar... y como verán en la foto, hacía mucho frío pues están tapados hasta las orejas.

Había planeado pasar dos días en la biblioteca de la Sociedad Hispánica de Norteamérica, porque quería revisar varias versiones de mediados del siglo XVI de la traducción castellana de Fierabras. Además, había otros textos que me llamaban la atención. Sin embargo, después de una hora en el tren subterráneo desde Brooklyn hasta la biblioteca, me di cuenta que podía hacer toda mi investigación en esa biblioteca en un día. De hecho, incluso me sobró tiempo para revisar el catálogo (porque no lo tienen en línea, todavía usan tarjetas).

También planeé pasar dos días en la biblioteca Morgan, pues no sólo quería revisar la primera versión que conocemos de Hystoria del emperador Carlo Magno (1521) que está en esa biblioteca, sino también otros textos. Al final, los otros textos resultaron ser menos de los imaginados. Primero porque uno de ellos eran varias copias del mismo texto, así que con leer uno fue suficiente. Y segundo, porque el otro texto lo había leído en la Sociedad Hispánica, pues también tenían una copia allí. Un día fue lo único que necesité en esa biblioteca también.

El resto del tiempo lo dediqué a escribir el resto de mi tercer capítulo de la disertación, caminar por Manhattan y Brooklyn con mi amigo, ir de compras (para que él llevara regalos de Navidad a su familia), e incluso fui a una clase de yoga.

Y obviamente me dio tiempo de hacerme un autorretrato, que también muestra el espacio que me sirvió de celda monacal (espacio para dormir y trabajar) mientras estuve entre la iglesia y la planicie boscosa. Sólo puedo sentirme profundamente agradecida por la hospitalidad recibida.

Ah!!! Y además vi a una amiga que vive en San Diego, que estuvo en la ciudad por día y medio. Unos días muy balanceados, como pueden ver.

22 de enero de 2012

Los caminos de la viajera III

Yo sé, me he tardado una semana en cumplir mi ofrecimiento. La vida se volvió de repente un poco complicada, con aquello de la salud y eso. Pero bueno, ya estoy de regreso para terminar de contar la historia de mis recientes viajes.
 Después de haber estado en la galería y en los parques escultóricos, caminamos (mi guía y yo) por el centro de DC hasta llegar nuevamente a la estación del metro en que habíamos comenzado nuestro recorrido. Era hora de cenar en Chinatown...

Pero antes, Sean insistió en que yo debería sacarme una fotografía en la tienda de regalos Kung Fu... sí, señores y señoras, señoritas y demás. La tienda está llena de cosas de Kung Fu, además de diversidad de regalitos. Como se puede observar en mi fotografía, hacía un poco de frío y el sol en realidad no calentaba.

Cenamos en un lugar que hacen dumplings deliciosos (que no recuerdo cómo se llama, obviamente). Pero, para mayor información, todo el día hay un señor haciendo dumplings en la ventana. Esta es la "puerta" de Chinatown de noche, justo antes de regresar al hogar de mi guía. Al día siguiente volvería yo a viajar, de regreso a la ciudad de Nueva York.

Y sí, como lo habrás imaginado. Esa historia vendrá en la siguiente entrada.

14 de enero de 2012

En la soledad del scriptorium vs. la comunidad académica

Scriptorium en Echternach ca. 1020. Bremen, University Library Ms. 216, folio 124v

Para muchos de mis amigos lectores quizá la discusión sobre la apertura de publicaciones académicas hacia espacios electrónicos sea totalmente ajena. Muchos académicos en los Estados Unidos se debaten al respecto de la importancia de las publicaciones impresas para el escalafón institucional, preguntándose también si la publicación electrónica en medios alternos (como un blog o una revista electrónica) tengan suficiente validez. El problema de la validez de estos nuevos medios es, al parecer, la falta de "revisión comunitaria" o "por pares" que normalmente tiene lugar en las revistas "arbitradas". El otro lado de la moneda es, como dice Jeffrey Cohen en el blog llamado In the Middle, "There is nothing wrong with bringing your research skill to as wide an audience as possible".

Los nuevos medios, evidentemente, son una posible respuesta a las condiciones económicas actuales particularmente en los Estados Unidos aunque también las instituciones académicas en otros lugares del planeta. ¿Por qué? Porque, como dice Eileen Joy en blog antes mencionado, la situación de las "shrinking library budgets coupled with corporate academic publishers continuing to privatize at prohibitive rates the scholarship that *we* produce and review and edit and shepherd" cierran las puertas para la publicación y difusión de nuevas ideas.

El problema al que apuntan estos dos académicos, entre otros muchos, es que la productividad en la soledad del "scriptorium" no es productiva y esta redundancia de términos es intencional. Y estoy totalmente de acuerdo. En el pasado, cuando no teníamos acceso a estos nuevos medios electrónicos, lo único que en realidad podíamos esperar era que llegara el nuevo número de la revista X, Y o Z a la biblioteca de la institución en la que trabajáramos. O, en todo caso, pedir por correo al colega que nos enviara una separata de su artículo reciente. No estamos ya en el momento en que dependamos de este proceso.

Sin embargo, como también apunta Eileen, en este momento en que el mercado laboral para académicos en ciernes (que estamos terminando o ya terminaron el doctorado) es particularmente difícil, es importante tener publicaciones en el curriculum. Lo complicado es ¿qué vale como una publicación académica y qué no vale? ¿Acaso este diario tiene valor académico o sólo se valoraría si fuera evaluado por otros académicos? La situación es incómoda para muchos de nosotros, porque no sólo tenemos la presión de terminar cuanto antes una tesis doctoral de alta calidad, también debemos producir publicaciones y tenemos carga de enseñanza sin derecho a sabáticos y, evidentemente, sin una plaza que nos ofrezca seguridad económica.

Así, esta entrada en mi diario es sólo una expresión de apoyo (y ciertamente una traducción para aquellos que no tienen acceso a esta discusión por desconocimiento del debate que está teniendo lugar en los Estados Unidos) para la apertura hacia nuevos medios. Sin embargo, debo agregar, no soy una usuaria de Tweeter y no creo que pudiera serlo. El inconveniente de algunas de estas formas de acceso electrónico a los nuevos planteamientos es la necesidad de discernir entre las fuentes que nos interesan de aquellas que no son útiles para nuestros proyectos personales o colectivos.

Recomiendo que lean las entradas que han hecho Eileen y Jeffrey en su blog, pues dan una mejor idea de la situación de la academia en este momento.

Lista de pendientes

Extraña entrada para un diario, eso de hacer una lista de pendientes. Pero todos hacemos listas de pendientes o deberíamos hacerlas. Esta es la mía:
Kusakabe Kimbei, Girl writing a letter, ca. 1880 (From The Ineffable Perfection exhibition)
  1. Primero que nada, tengo que terminar de recuperarme después de una intervención médica a la que me sometieron. Eso debe tomar muy poco tiempo. Para mayores detalles sobre la intervención quirúrgica, me pueden escribir un correo electrónico.
  2. En segundo lugar, tengo que hacer las revisiones a la introducción del capítulo de mi disertación, pues ya recibí los comentarios de mi asesora. He de agregar que me parecen comentarios constructivos y estoy entusiasmada con mi tercer capítulo.
  3. Tengo que leer unos artículos (más bien releer) para poder completar la tarea anterior. Sobre todo porque acabo de encontrarme un artículo que menciona algo que viene como anillo al dedo para mi capítulo.
  4. También, no me he olvidado, necesito terminar mis entradas sobre el viaje. Y eso pronto lo haré, lo que sucede es que tengo las fotografías en la otra computadora.
  5. Si me da tiempo, tendría que tratar de revisar el artículo sobre monstruos que me pidieron para una revista. El límite de entrega es a mediados de febrero, pero tengo que releer lo que presenté en una conferencia para darle forma.
¿Será posible que pueda hacer todo esto durante el fin de semana largo? Es un montón, pero me siento con energía suficiente para esto y más.

9 de enero de 2012

Reflexiones dominicales

Con frecuencia he escuchado que las tardes de los domingos son adversas para el estado de ánimo. Al parecer, es uno de los momentos en que la gente se deprime o siente angustia, la semana comienza y hay que enfrentar nuevamente las responsabilidades. En general, a mí los domingos por la tarde me gustan. Será porque me gusta empezar una nueva semana, que es como una nueva página en blanco en un cuaderno lista para ser usada.
No es un cuaderno nuevo, porque esos nos tocan pocos en la vida (quizá al nacer, al entrar a la escuela primaria, al iniciar la universidad, al casarnos o divorciarnos). Los cuadernos nuevos son las oportunidades para cambiar totalmente el camino que elegimos y de esas hay pocas.
Sin embargo, hoy domingo me sentí tristona. No sé si es la luna llena, el final de las vacaciones de invierno, la clase que voy a dar (que contiene algunos materiales que me resultan dolorosos) o quizá simplemente la sensación de tristeza es cansancio. Te preguntarás, lector, ¿cuál cansancio si recién terminan las vacaciones de invierno? Y sí, tuve vacaciones pero, además de pasearme un poco (imagino que ya leíste esta entrada y esta otra que hice sobre DC) estuve haciendo investigación en Nueva York (que ya haré una entrada al respecto) y escribiendo la disertación.

Pero no todo es tristeza. Me gusta la idea de recomenzar otro trimestre, conocer nuevos alumnos, mejorar como instructora y, desde luego, seguir adelante con mi investigación. Además, el hecho que comience el trimestre implica que mis amigos y amigas de la Universidad ha vuelto de sus viajes y los podré ver de nuevo. Y pronto (no me quiero ni imaginar qué tan pronto es eso) terminaré de escribir la disertación, lo que abre un nuevo cuaderno para mí.

5 de enero de 2012

Avances tecnológicos

Hay que reconocer que la medicina es una de las cosas que ha avanzado más en el último siglo y se ha beneficiado particularmente de los avances tecnológicos. Digamos, los ultrasonidos son una maravilla sin duda. En el pasado, para ver la vesícula o los riñones de una persona tendrían que haber hecho una intervención médica seria. Hoy, simplemente aplican un poco de gel y usan un lector electrónico que no es invasivo. ¡Qué simple suena!

Incluso cosas como los lentes intraoculares (corrección hecha gracias al comentario de Bigote), que a mi familia le da por requerir, son un avance importante. Mi bisabuelo Elías quedó ciego cuando le trataban de operar de cataratas. Hoy en día sería una intervención de muy bajo riesgo. Y quizá hubiera sido muy bueno para él seguir siendo capaz de ver, pero igual llegó a casi los cien años. Por ahí, uno es más longevo si no tiene que ver los horrores de este mundo.

Algún día quizá no muy lejano podrán conectarnos a una computadora (como le hacen a los autos hoy en día) y nos diagnosticarán de todo aquello que no anda bien. No sé si eso será bueno, pero el hecho es que reduce enormemente el ojo clínico de los médicos.

Supongo que William Gibson (autor de Neuromancer, entre otros libros) ha de encontrar fascinante estos avances... muy cyber, pero poco punk!