31 de agosto de 2011

Temas sangrientos VI

La relación entre mujeres y narraciones de vampiros en el siglo XIX es un tema que me apasiona. Ya se ha mencionado que Mina Harker, personaje femenino poco tradicional parte de Dracula, está relacionada con la "New Woman". Por ello, no es sorprendente que los personajes literarios de la época victoriana tardía, particularmente las mujeres en los relatos de vampiros hagan una crítica directa o indirecta a los ideales de verdadera feminidad que aparecen junto con el culto de la domesticidad. Mary E. Braddon y Anne Crawford no son una excepción, con lo mencioné en mi entrada anterior.

Tampoco es sorprendente que Eliza Lynn Linton (1822‑1898), quien fue públicamente una virulenta anti-feminista pero en el ámbito privado una mujer emancipada y sin ataduras a ningún hombre, haya explorado el tema de los vampiros en su relato "The Fate of Madame Cabanel" (1880). Sin embargo, a diferencia de Braddon y Crawford, rechaza la existencia de los vampiros y propone que se debe a que "el progreso no había llegado" a los simples, ignorantes y supersticiosos que creen en vampiros.

Lo más llamativo es que, en este relato, E. L. Linton también hace referencia a los "otros", los no-ingleses. Aquí, el "otro" es el poblador ignorante y supersticioso de Bretaña, aunque el vampiro como tal no existe. Quien es considerada una vampira es una joven inglesa que se casa con el hombre más notable del pueblo. Los elementos que la hacen ver como una vampira, según los habitantes de Pieuvrot, son los labios rojos, las mejillas rosadas y los hombros regordetes. En cambio, ellos son "swarthy, ill-nourished, low of stature and meagre in frame [de piel oscura, mal alimentados, de baja estatura y de pocas carnes]".*

Por último, es importante considerar que el error de Fanny Campbell (Madame Cabanel) es ser una húerfana y encontrarse fuera de su entorno. Ella es una joven común, sin dinero ni romances secretos en su vida, una institutriz abandonada por sus empleadores en París. El único que puede salvarla es Jules Cabanel, pero él tiene que salir de Pieuvrot unos días y, al volver, encuentra que la han asesinado. De manera similar a Bella (en "Good Lady Ducayne"), las jóvenes huérfanas son víctimas en un país extraño; pero en este caso no hay ningún inglés que procure su salvación.

"The Fate of Madame Cabanel" no es un cuento de vampiros como tal, sino más bien una crítica a la popularidad que dichos relatos llegaron a tener, junto con las novelas góticas y otros romances que tanto critica Herbert Stafford en "Good Lady Ducayne".

*Nota: Las traducciones del inglés al español son mías.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

So if the vampire women are commentaries on society, what/who is Carmilla/Millarca/etc commenting on? She is the predator, but only on weak, feeble-minded men and lovely women :p
Is homosexuality common in vampire fiction?

Ms. Grinberg dijo...

Lucy Westenra (from Dracula) also feeds on the "weak," mainly children. The victim (or prey) tends to be weaker than the predator in all vampire narratives. Dracula first feeds on and converts Lucy, the weakest of the two main female characters in the novel. Once Lucy is destroyed, Mina becomes the center of his attention.

The same is the case for Carmilla/Millarca. I will be sure to write an entry on J. Sheridan Le Fanu's novella soon enough.

Also, homosexuality is not common in nineteenth-century vampire narratives (and poems). Homoeroticism, on the other hand, is quite common. I mention this element in "A Mystery of the Campagna" (by Anne Crawford, Duchess von Rebe).