4 de agosto de 2011

Había una vez una princesa

Érase que se era... y así comienzan los cuentos con princesas, príncipes y brujas. Bueno, por lo menos así comenzaban los cuentos que yo leía de jovencita. Pero esta princesa en la que estoy pensando no es la prometida de Hans, Juan o Iván (no, no es casualidad que todos los cuentos folklóricos utilicen este nombre, aunque este no es el momento de discutir por qué Hans o Iván). La princesa en cuestión es la hija de un poderoso emir azote de la Cristiandad. También es hermana de un rey "coronado" a veces descrito como gigante.

Esta princesa ha sido motivo de muchos estudios por parte de medievalistas pues supone una alteración al arquetipo: por una parte, es la exótica princesa "oriental" que se siente seducida por el cristianismo (obviamente por el amor que siente hacia uno de los Pares de Francia). Gracias a su amor por Guy los cristianos prisioneros de su padre escapan de la prisión subterránea, oscura y salobre debido a las entradas del mar. Esta princesa no sólo les provee de alimentos y entretenimiento, también cura a uno de los caballeros con mandrágora (o algún otro menjurje que nos señala más las actividades de una bruja que las proclividades de una princesa). Por otra parte, esta princesa muestra rasgos viriles en su comportamiento.  Esta es la principal razón por la que nuestra princesa ha recibido atención académica.

¿Por qué digo que presenta rasgos viriles? Bueno, la princesa mata al carcelero con un mazo para poder rescatar a los prisioneros de su celda. Esta no es una actividad precisamente femenina, ni siquiera en términos de literatura medieval. Se puede argumentar que es esencialista definir a una mujer por esta acción, pero el hecho que use un mazo es por demás llamativo. En la literatura popular medieval los caballeros usan espadas, cuchillos y lanzas. Los peones (soldados de infantería, les llamaríamos en la actualidad) usan espadas, hachas o arcos y flechas. Pero mazos, sólo los gigantes. Esta princesa usa el arma normalmente asociada con los gigantes para matar al carcelero.

Sin embargo, la princesa no solamente asesina al carcelero durante la narración de la que les hablo. "Qué tanto es tantito", dicen en México. Pues sí, la princesa también causa la muerte de su dama. Digamos que, si bien no la mata activamente, la tira por la ventana desde la torre en donde están sus habitaciones. Esta no es, estarán de acuerdo, una actitud peculiarmente femenina. No obstante, la princesa está evitando que su dama vaya a avisarle al emir que los prisioneros cristianos han salido de la prisión. Se puede argumentar que nuestra princesa está defendiendo a los caballeros como si fueran sus cachorros y ella fuera una leona.

¿Por qué me interesa a mí esta princesa? No es porque sea una asesina. Tampoco es porque quiere ser armada (como si fuera un caballero) para defender la torre mientras los caballeros cristianos salen en busca de alimentos (sí, ya sé, todo un acto de travestismo). Me llama la atención que la princesa es descrita con casi pornográfico deleite en la mayoría de las versiones del texto que estoy estudiando... pero la versión en particular que analizo no tiene dicha descripción. Mi princesa es, pues, una doncella cuasi-cristiana desde el inicio de la narración (asesina sí, mentirosa sí, violenta también, pero una doncella total).

Bienvenidos a mi pesadilla...

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