23 de agosto de 2011

Decisiones de escritura II

Llevo un par de días sin escribir nada en mi diario. No es que me haya impuesto la escritura cotidiana, pero por algo se llama "diario" digo yo. Lo que sucede es que después de tres entradas sobre Dracula mi vida real se complicó un poquito. Como dicen en los Estados Unidos, TMI. Pero tengo una visita NADA inesperada, muy deseada y le he dedicado mucho más tiempo del que a veces tengo.

Sin embargo sigo trabajando en mi tesis doctoral y hoy he estado pensando justamente en las decisiones que tengo que tomar sobre el nuevo capítulo que estoy iniciando. Lo primero que hice con el capítulo anterior, y también con este, es hacer un poco de investigación histórica para tener una base argumentativa sólida. Si bien mi capítulo anterior se trataba de los problemas de identidad y conversión en una zona de contacto cambiante, el capítulo que ahora me ocupa se relaciona con la política exterior de una nación en formación.

¿Qué quiero decir? El capítulo anterior analicé las instancias en las que el traductor castellano se separa de su "original" francés y que se relacionan con la conversion, el bautizo y la instrucción religiosa. Sobre todo esta última es necesaria para que una conversión no sea sólo un ritual sino un proceso de cambio profundo. Así, encuentro que existe una identidad inestable, que de alguna manera pertenece a ambas religiones (la cristiana y la musulmana), o quizá sea mejor llamarla identidad intermedia o transitoria.

El capítulo en que ahora estoy trabajando tiene que ver con elementos textuales que el traductor castellano modificó relacionados con la geopolítica de los reinos ibéricos. Por geopolítica entiendo las relaciones espaciales entre dos o más entidades políticas (naciones, reinos, condados, etc.), así es que estudio cómo estos elementos textuales nos refieren a problemas de política exterior de los reinos de Castilla, Aragón, León y Valencia (y el condado de Cataluña).

Lo que seguirá será decidir cuáles ejemplos voy a utilizar para armar mi argumento. Así que desapareceré nuevamente para hundir la nariz en mis dos textos básicos, el castellano y el francés, y buscar en dónde están sus diferencias.

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