28 de mayo de 2017

¿Como el cangrejo o como el caracol?

En ocasiones llegamos a esos momentos mágicos, entrecruzamiento de caminos que llegan a lugares diferentes o no. ¿No hablaba Jorge Luis Borges de un jardín con senderos que se bifurcan como metáfora del tiempo? Pues agreguemos los cronotopos bajtinianos y voilá, tenemos ese momento mágico en que tiempo y espacio marcan bifurcaciones, nuevas entradas, puertas que se abren (o cierran) cuando menos lo pensamos. ¿Qué hacer en esos momentos? ¿Cuáles decisiones son las correctas? ¿Hay una sola decisión correcta? No lo sé. No tengo respuestas el día de hoy, tengo preguntas que me hago continuamente desde hace meses.

Casi como en una fábula, la pregunta es ser como el cangrejo o como el caracol. El cangrejo, bien sabemos, suele vivir junto al mar o en la arena y frecuentemente camina de lado. No me dedico a la zoología, ni siquiera a la zoología fantástica, así que no tengo idea por qué lo hace. Me queda claro, sin embargo, que ser como el cangrejo implica tener una actitud oblicua ante los cambios que se aproximan. El cangrejo avanza, aunque en ocasiones parecería caminar hacia atrás. ¿Quiero ser como un cangrejo y avanzar de manera lateral o retroceder? Más aún, ¿quiero vivir, como el cangrejo, junto al mar? Esa es una de las posibilidades en este momento: retroceder en lugar de avanzar, o avanzar de manera oblicua, y vivir la vida del cangrejo.

En cambio, el caracol vive en la tierra o en los árboles si puede. Anda despacio, pero siempre avanzando. Es de conocimiento común que los caracoles llevan su casa a cuestas, no importa donde vayan; de esta manera, pueden refugiarse en caso de necesidad. Claro, inmediatamente recuerdo los muchos caracoles de jardín que vivían en el Centro Nacional de las Artes, en la ciudad de México, que morían aplastados por la gente. Pero ellos, esos caracoles intrépidos, salían tras la lluvia a andar por los pasillos del CENART. ¿Quiero, entonces, ser como un caracol y quedarme dentro de mi casita, avanzando lento pero segura?


Lo único que sé es que este es uno de esos momentos mágicos en que tengo la oportunidad de elegir mi camino y cómo caminarlo. Soy una transhumante eternamente en movimiento, estoy en peregrinación, en ruta algún lado. La alternativa es estancarse, casi un suicidio intelectual. Sin embargo no es fácil decidir por dónde seguir y cuál es el destino.

6 de enero de 2016

Multilingualismo at its best

No estoy segura de lo que le suceda a otras personas en una situación similar a la mía. Sólo puedo hablar de la experiencia propia, la que vivo cotidianamente. Me dedico a estudiar literatura tardío-medieval, particularmente las épicas y los romances épicos--por llamarlos de alguna manera--relacionados con el contacto ficticio entre la Cristiandad y el Islam. En este momento estoy haciendo un poco más de investigación pues estoy escribiendo un artículo a ser incluido en un libro sobre Carlomagno. Mi capítulo trata sobre la leyenda de Mainet, es decir la infancia y juventud de Carlomagno, que aparece en varios textos medievales. Algunos de ellos son castellanos, otros son franceses, otros más son franco-italianos, a los que se les suman ejemplares en gallego, latín, inglés medio, galés y alemán. Y allí no termina el asunto, pues quienes han estudiado y estudian las épicas carolingias producen en castellano, italiano, francés, inglés y alemán.

L'Estoire de Merlin, c. 1316. British Library, Add. MS  10292, f. 163v
Así, sucede que estoy leyendo un artículo que trata sobre el multilingualismo en uno de esos textos, particularmente en relación a los "autores" (aquí entrecomillado porque el concepto que actualmente tenemos de un autor no aparece sino hasta mucho más tarde) y quienes pusieron por escrito Aquilon de Bavière. De repente, yo (hispanohablante nativa que vive en los Estados Unidos hace doce años) me doy cuenta a medio artículo (escrito en francés por una investigadora holandesa) que estoy leyendo una cita del italiano. Como dicen en México, "discúlpenme pero perdónenme", no me dí cuenta sino hasta cuando volví al francés.

Ser medievalistas, particularmente cuando estudiamos literatura e historia de manera comparativa, nos fuerza más allá de los idiomas nativos y aprendidos en la escuela primaria o secundaria. De alguna manera nos volvemos ejemplos vivientes del sueño del esperantista, pues nos entendemos a pesar de que la torre de Babel fue derrumbada y las personas dejaron de entenderse unas a otras. Me queda clarísimo que desde fuera esto parece simple, pero somos un puñado de personas en el planeta que nos entendemos en múltiples idiomas (escritos y hablados) simultáneamente. Somos herederos de los mercaderes mediterráneos que desarrollaron una lingua franca, de los clérigos medievales que discutían en una lengua aprendida durante los sínodos y concilios, de los habitantes de las zonas fronterizas pasadas, presentes y futuras que desarrollan una Mischsprache, una lengua mixta.

Y así, ciudadana del mundo, regreso al artículo que leo para luego volver al capítulo que escribo. Me reconozco en estos juglares y escritores que "traducían" y "localizaban" los textos de otros a su entorno. Así, con una sensación de conexión trans-histórica y casi a nivel planetario, regreso a mi realidad ecléctica, multilingüística y difusa.

20 de diciembre de 2015

Identidad en flujo, o de los placeres de las clases "boutique"

En la academia, es relativamente poco frecuente tener la oportunidad de generar una clase que esté muy relacionada con la investigación que uno viene haciendo. Por lo menos, esto casi nunca sucede en las universidades regionales. Normalmente, uno (y aquí me refiero en especial a quienes, como yo, tenemos un puesto temporal) tiene que ofrecer los cursos obligatorios para los alumnos subgraduados. Sin embargo, yo he tenido buena suerte (y maravillosas jefas de departamento) que me han permitido e incluso invitado a desarrollar estos cursos "boutique".

El primero de ellos se trató de la querelle de femmes durante la premodernidad. Para establecer un vocabulario en común, comenzamos leyendo a Simone de Beauvoir y a Virginia Woolf. Las lecturas para la clase funcionaban, de alguna forma, como respuesta a esta última pues sostiene que no hay escritoras en la antigüedad y la edad media. Así mismo, las alumnas (porque al final no tuve ningún alumno en esa clase) requerían entender la retórica misógina a la que respondían las mujeres a las que leeríamos. Por otra parte, procuré desarrollar un programa de estudio inclusivo, es decir, que incorporara diversas tradiciones lingüísticas, regionales, estilísticas y temporales. Así, entraron en conversación The Wife´s Lament (un texto en inglés antiguo o anglosajón), Wallada bint al-Mustakfi (poetisa e hija del califa de Córdoba), Na Castelloza (la trobairitz), Marie de France, Gwerful Mechain (escritora galesa), Christine de Pizan, Isabel de Villena, Lucrezia Marinella, Aemelia Lanyer, etc.

Después, en la misma vena de inclusividad, tuve la dicha de ofrecer una clase sobre monstruos en la literatura y el cine. Obviamente tenía que limitar el material, pues en quince semanas no hay suficiente tiempo para mucho, especialmente cuando procuré cubrir desde la antigüedad hasta hoy. El curso estuvo dividido en cuatro partes. La primera ofrecía las bases para entender el estudio de los monstruos y la monstruosidad. Las demás estaban organizadas cronológicamente en torno a un monstruo específico: gigantes, licántropos y  vampiros. Los dos últimos están íntimamente relacionados con nociones de identidad en flujo, "performatividad" e intersticialidad.

Ahora estoy preparando una clase "boutique" sobre composición y argumentación dirigida a los alumnos de reciente ingreso a nuestra universidad. No es el curso que todos toman, sino para aquellos que se recibirán con honores. Sólo un puñado de estudiantes, con una clase desarrollada sólo para ellos. Esta vez nos dedicaremos a la identidad en flujo a profundidad, comenzando con una definición de identidad, pasando por muchos de los aspectos que marcan la identidad social (raza, etnicidad, nacionalidad, religión, clase, género, sexo, etc.) y normalmente van de la mano, para terminar con un ensayo individual sobre el texto que cada quien elija estudiar.

Esta última clase está particularmente relacionada con mi propia investigación. Estoy escribiendo una monografía sobre el uso del vestido, la armadura y la equitación, y el lenguaje como formas para encubrir la identidad durante la edad media en Europa. Al igual que los cursos sobre querelle de femmes y monstruos, mi proyecto es inclusivo hasta donde puedo, pues debo excluir textos nórdicos y germánicos debido a mis limitaciones lingüísticas. El énfasis en mi estudio es la cultura material: maquillaje, textiles, armaduras, sillas de montar, y propongo que el idioma también es una forma de cultura material (o material cultural).

No obstante, el proyecto es lento en algunos momentos. Quisiera yo poder leer y escribir con más rapidez, para proponer ya mi libro a una editorial. Pero avanzo paso a paso, pienso en lo que pondré en papel mientras preparo mis cursos. Así los procesos de enseñanza-aprendizaje e investigación están íntimamente ligados, aunque quienes están en altos niveles jerárquicos en las universidades no lo puedan ver.

11 de septiembre de 2015

Procesos de escritura II

Termina el verano y uno imaginaría sentirse descansado. Al fin y al cabo, si uno se dedica al trabajo académico, en verano uno no enseña. Pero no es cierto que los académicos tenemos tiempo libre en verano. No enseñar nos permite hacer todas esas cosas que también tenemos que hacer.

Este verano (que aún no termina según el calendario, pero que concluyó en el segundo en que empezó el semestre) me dediqué a escribir. En primer lugar, escribí un artículo (aproximadamente 20 páginas) a partir de una presentación que hice en una conferencia (originalmente 7 páginas), lo que requirió hacer más investigación sobre una diversidad de temas. En segundo lugar, leí una colección de ensayos sobre monstruos infantiles e infantes monstruosos para escribir una reseña del volumen. Tercero, desarrollé mi seminario sobre la representación literaria y visual de Eva en la cultura occidental. Finalmente, revisé mis notas para mis cursos de literatura europea (de la antigüedad a hoy) y literatura británica (de la edad media hasta finales del siglo 18).

Lo que sé de cierto es que me la paso escribiendo y leyendo, sea verano o no. Aunque el semestre de otoño comenzó, sigo preparando nuevos materiales. Por un lado, tengo un artículo casi concluido que necesito revisar para mandar a una revista académica (me han pedido material y creo que éste es el artículo que mejor funciona para este espacio). Por otra parte, estoy trabajando en mi libro que, aunque parcialmente proviene de mi tesis doctoral, conlleva más investigación y escritura.

Por eso, me he estado preguntando cómo será la manera más fácil (por no decir adecuada) de poner en orden mis archivos e ideas. Algunos colegas han mencionado Scrivener, que parece ser un procesador de palabras con un sistema de organización integrado. Otros mencionan Zotero. Más aún, un grupo de colegas han escrito un volumen colectivo llamado How We Write: Thirteen Ways of Looking at a Blank Page. Es decir, no soy la única considerando las diferentes estrategias de escritura.

20 de julio de 2015

El lobo con "piel" de oveja

Dolon. Detalle de una urna ca. 460 AC. Museo del Louvre.
El proceso de escritura es, para mí por lo menos, una actividad que requiere más que sentarme frente a la computadora y teclear. En particular cuando se trata de escritura académica, inicio cubriendo todas las fuentes posibles a riesgo del hartazgo. Prosigo con la preparación de un borrador que suele terminar destripado, a la manera de la criatura de Frankenstein, para dar lugar a un escrito con un argumento claro, bien asentado en evidencia histórica y textual, que permite al lector cuestionar mis ideas o elaborar las propias. Sin embargo, ésta es únicamente la parte "material" de mi proceso de escritura.

De manera paralela, tiendo a necesitar escribir otras cosas, en otros idiomas. Esto podrá resultar extraño considerando que el artículo que estoy escribiendo actualmente se trata de la historia de Saladino y messer Torello del Decameron. Es decir, estoy leyendo el texto en italiano e inglés (a pesar de que no me convence la traducción que es más accesible). Además he leído lo que se ha escrito al respecto de esta historia está en francés, italiano e inglés; aunque como estoy considerando más adelante la traducción castellana, también leo en castellano y otros idiomas ibéricos. Quizá es por eso mismo, el poliglotismo requiere no sólo la ingesta sino también la producción en diferentes lenguas.

No resultará sorprendente que el Sultán Saladino sea representado en varias de las historias del Decameron como políglota también. Dentro de las narrativas medievales, es muy poco frecuente que se haga comentario alguno sobre el lenguaje utilizado por los personajes. No obstante, cuando se hace mención del uso de un idioma diferente parece siempre relacionarse con la idea de representar al Otro. El idioma, en otras palabras, es una de las pieles que le permiten al lobo vestirse de oveja. Ese es uno de los puntos que me interesa explorar más adelante y no en este artículo.

12 de octubre de 2014

Querido papá

Hoy hace quince años que falleciste, ¿sabes? Por algo era que, a pesar de hacer muchas cosas en casa y calificar exámenes parciales de mis alumnos, hoy no quise salir. Por algo es que vuelvo a usar mi blog. Por algo, porque me haces falta.

Te pongo al día en mis cosas, porque hace mucho que no te platico nada. Espero que te acuerdes que terminé el doctorado y que ahora estoy haciendo una estancia pos-doctoral. La vida académica es mucho más difícil ahora que hace unos años, así que intento mantener el optimismo y la productividad aunque sé que las cosas no son fáciles. Te contaría detalles, pero no quiero preocuparte por las cosas que suceden aquí. Lo que sí puedo contarte es que recién mandé un artículo a una revista académica (con revisión ciega por pares y toda la cosa). También estoy empezando con las ideas para el libro, del que tengo algo así como un capítulo ya.

En otras cosas, pues tu nieta es una mujercita muy hermosa. Acaba de terminar sus estudios de cosmetología y piensa terminar la licenciatura, que dejó a medias. Aunque no está segura de qué quiere hacer con ella, creo que ha aprendido a no cerrarse las puertas.

También te puedo contar que mamá está muy bien, a pesar de que son 15 años de que no la ves. El médico le dijo que sí puede ir a México y está emocionada de que podamos ir las dos juntas, quizá en diciembre. De hecho, estoy pensando que podríamos ir Irene y yo, así se ven ellas.

Mi hermana, pues con muchos cambios en la vida, pero todos positivos. Sus historias son de ella para contarte, pero no puedo evitar decirte que está enloquecida de felicidad ahora que aprendió a bailar rock (como el de antes).

Si me preguntas, como siempre lo hiciste, qué he estado leyendo te cuento que leo Calila y Dimna. No, no creo que lo hayas leído. Es un libro originado en India, que llegó a Persia y de allí se diseminó hacia la España mora. Ya te cuento cuando lo termine, pero tengo la impresión que incluso las fábulas de Esopo tienen relación con este texto.

No, no he ido al cine. En eso me sigo pareciendo a ti, porque no me gusta ir al cine sola. Y, claro, tampoco es que tenga mucho tiempo para hacerlo. Supongo que tú tampoco has ido, porque en donde estés no creo que haya cines. ¿Hay libros?

10 de marzo de 2014

Un nuevo inicio

Tras meses de ausencia, he vuelto. Aún no tengo claro qué hago en este momento con este espacio, pero quiero evaluar las posibilidades nuevamente.